19 diciembre 2017

Descubriendo

Con el tiempo descubri que tu pasion por cambiar el mundo abarcaba grandes extensiones, inmensas. Pero eran tierras lejanas. Era un inmenso desierto y yo el granito de arena. Ese chiquito que se escurria entre tus finos dedos y se perdía en la inmensidad,  desapercibido. El mundo afuera necesitaba de vos. De tu lucha. Y yo me quedé con la capa y la espada, adentro de un castillo de cartas, callada (y cobarde). Estaba convencida que los grandes cambios surgian de los pequeños actos. Ya no lo sé. Y me quedé mucho tiempo esperando que el mundo de afuera en algún momento no fuera tu principal batalla, y se me desafiló la espada. Y un día volviste con otros estandartes y descubrí, sangrando, que vos no batallabas en pequeños campos. Y así, chiquita, con la capa deshilachada, asumí la derrota. Me fui lejos. Lejos. Lejos. Porque creía que escapando de vos todo iba a calmarse. Pero no. Un ejército de malas coincidencias se atrincheró en el camino y tuve que inventarme una armadura. Y acá estoy. La espada no corta, la capa no cubre y (para colmo) acabo de descubrir que la armadura es de papel.

02 diciembre 2017

Poesía berreta

Ya van meses que trato de hallar
respuestas a esta historia.
Jamás creí que iba a tardar
tanto en recomponer mi memoria.

Es un libro mojado de mar,
una foto borrosa.
Un tintero lleno de amor,
seco y sin gloria.

Me descubro tratando de dar
vuelta a la hoja.
Y no logro encontrar la página par
que me lleve a avanzar en la historia.

La pluma ya se humedeció
y escribió llena de fobia.
Se trataba de frases de amor
que duelen mucho, por ahora.

Ya sé que fui yo quien dejó
ahogarnos de pena.
Y ahora descubro, también,
que debo cumplir la condena.

Amarilla la página impar,
llena de frases berretas.
Y un corazón de tinta azul
borrado con el codo a medias.

Reconozco que no lo vi venir,
y me hundió hasta el fondo.
Y el tiempo tan sabio que es
me reconstruyó de a poco.

Y ahora la herida sanó.
O al menos eso me creo.
Esperando poder avanzar
aún con los males ajenos.

El año voló como gorrión,
y me dejó girando en el suelo.
Y el sol no me derritió.
Aún espero poder remontar vuelo.

El arte inefable de postergar

Hice un recuento.
He postergado cuantitativamente.
Hice un mea culpa.
He lastimádome y lastimado.
Cafés, puteadas, viajes, abrazos.
He postergado.
Besos, cenas, charlas, análisis.
Caminos, arreglos, palabras, libros.
Caricias, peleas, paseos, asados.
Trabajos, hijos, verdades, dolores.
Médicos, amores, estudios, cambios.
Cortes de pelo, caminatas, compras, regalos.
Lágrimas, proyectos, siestas, mates.
He logrado el desequilibrio perfecto para que sea mañana siempre el momento.
Es un arte. Es la zanahoria inalcanzable colgando delante de la cara del asno. Es un dibujo animado.
He postergado hasta imaginármelo.