23 octubre 2018

Lo que no se dice. Ni se hace.

El dolor. El miedo.
Sé que estuvieron.
Me hubiese gustado tener el poder de absorberlos.
De darte un abrazo lo suficientemente fuerte como para hacerlos desaparecer. Pero no pude. Tuve que aprender a  ser espectadora en esa parte. A lidiar con la desesperación de no hacer nada. De no poder hacer nada. De pararme a tu lado y susurrarte con un hilo de voz que podías irte. Y darme cuenta que me hacías caso. Como una última concesión. Y por primera vez no supe qué hacer. Me quedé ahí mirándote. Sabiendo que se había terminado. Y algo se rompió en alguna parte de mi, pude sentirlo. La última gota de fé se explotaba contra el piso. Y a partir de ahí, todo se volvió menos lindo. Menos posible. El mundo sin vos sigue girando, pero cuánto ruido hace ahora.