21 noviembre 2011

Historia de un solo

Siempre te gustó la soledad. Profanabas tumbas de odio para mantenerla cerca.
Te gustó desquitarte de los que alborotaban a tu alrededor para sentirte víctima de ataques truncos.
Pululabas aires ajenos y lejanos para encontrar amor y sólo hallaste cómplices de tu autismo.
Añorabas tiempos que nunca fueron y rememorabas historias que nunca encontraron actores.
La soledad te sienta bien. Como esos sacos largos a los sospechosos que intentan disimular lo que a gritos son.
De corazón ermitaño y raros aconteceres espirituales, te hiciste víctima de tus añoranzas y tus reproches. Y volaste por ahí.
Y por acá. Y las alas no se desplumaron porque sí. El viento y el tiempo y los sinsabores hicieron de las suyas. Vos te quejabas, pero te sentías feliz muy en el fondo.
Siempre te gustó la soledad.