21 junio 2017

Ana y las mañanas

Ana se despierta y no sabe bien dónde está. ¿Fue todo un mal sueño? El corazón acelerado y la mente aún confundida no la dejan darse cuenta. Mira hacia todos lados y empieza a encontrar los mensajes que las cosas poco a poco le dan. Las paredes, las cortinas, las sábanas, la ausencia de los rayos de sol, todos hablan. No fue un mal sueño le dicen. Empieza a conectar pensamientos y, casi como un puño dándole fuerte en el pecho, la realidad se hace palpable. Ana no soñó. Sólo acaba de despertar y reafirmar que todo ha cambiado. Su corazón se hace un puñadito de nervios y se le cierra la garganta. Respira hondo y se levanta. Por inercia. Se cambia. Se mira en el espejo y no se encuentra. Pero aún así, practica su sonrisa, para que no parezca mueca. Se lava su cara... sigue la rutina de la mañana con movimientos automáticos. Nada de lo que la rodea parece serle familiar. Decide abrir la puerta y salir. Y flotando recorre su día. Será habitual esa sincronizada seguidilla de actos al menos por un centenar de días. Ana sabe que en algún momento va a despertar y la sensación será otra. No sabe cuándo. Pero siempre fue optimista. Va a volver a sonreir. Algún día.

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