Tengo la necesidad de decirte que te extraño. Pero no lo hago. Por el temor visceral de confirmar que no es recíproco.
Y entonces me acuesto, abrazo la almohada que ya no huele a vos y cierro los ojos, esperando que mañana por arte de magia se desvanezca esto que sucede cuando llega la noche y me doy cuenta que ya no estás.
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